El verdugo ha
escrito su historia
y no la ha
parado de contar
pues quienes
nos han tenido en un letargo
quieren ser
parte de la sociedad.
Sociedad
desvalorizada,
mal
aprovechada y olvidada
que en su afán
de democracia
lanzó al
olvido una mirada.
En cada noche
crepuscular
espero hacer
la tinta girar,
pues las
promesas de las que me han hablado
me han hecho
sangre llorar.
No paro de
acezar, pues mi alma grita impávida
¡Déjanos vivir
en paz!
Mi tierra es
mi gloria, y no la pienso dejar
pues nos han
tratado con desdén,
que ya no es
permitido ceder.
En una tierra
tan paradisiaca,
como lo es mi
patria Colombiana
que con porros
y con cumbias,
con cantos y
tocadas,
ha logrado a
su manera el bienestar prevalecer.
En un recuento
de memorias escuchadas,
es posible ver
el reflejo
de aquello que
queremos muerto.
El cinismo de
nuestros mártires
es evidenciado
en sus actuares,
pues el temor
de lo justo,les invade
y nos da
gusto.
Como aquella
fiera que espera su presa,
se les acecha
sin cargo de consciencia.
Pues en una
absurda causa,
que termino
siendo malograda
improvisaron
ferozmente
llevándose por
delante nuestra gente.
¡Oh mi Dios!,
¿hace falta la
benevolencia?
Aquella que
refleja la humanidad,
engaña los
sentidos
y
relativamente nos pone en paz.
Con el alma
derrocada
vuelta en
llamas y mal humorada
espero
llegues,
como lo hace
la luna,
cada noche,
incesantemente.
A ti, querida
amiga,
que no esperas
acuerdos,
solo corazones
dispuestos.
A ti, fruto
del amor, del soñador.
Hoy a ti te escribo.
Esperada PAZ
Daniela González.